Agnès Varda nació con el nombre de Arlette Varda en Bruselas. Su padre pertenecía a una familia de refugiados griegos y su madre era francesa. Estudió Historia del Arte en la École du Louvre antes de conseguir un trabajo como fotógrafa oficial del Théâtre National Populaire de París, aunque su verdadera pasión llegó con el cine. Su primera película, La Pointe Courte (1954), que narraba la historia de una triste pareja y su relación en pequeña ciudad pesquera de Sète, se considera precursora estilística de la Nouvelle Vague francesa. De hecho Agnès Varda es considerada por algunos críticos coma “La abuela de la Nouvelle Vague”. Su formación previa en fotografía le permitió captar los pequeños detalles de la realidad, algo que manifiesta en su extensa obra, más de una cuarentena de piezas entre cortometrajes, documentales y largos de ficción. Obra marcada con un estilo experimental distintivo y un destacado carácter realista y social que combina de forma magistral la textura documental como el desarrollo narrativo.

Sus primeras obras reflejan el impacto de la Nouvelle Vague, entre la que destaca Cleo de 5 a 7 (1961). A partir de Mayo del 68, se contagia del espíritu optimista de de la época. La felicidad, Las criaturas o Lion´s Love cuestionan la rigidez de la sociedad burguesa. Una canta, otra no trasforma las luchas feministas en una danza de colores kitsch. Sin techo ni ley, protagonizada por Samdrine Bonnaire, da vida a una vagabunda que sobrevive sometida al azar. En la película cohabitaron actores y personas del lugar, siendo el germen de toda una corriente de cine realista contemporáneo, encabezado por los hermanos Dardenne y Ken Loach. Otras de sus obras como Black panthers, Daguerréotypes, Murs, murs, Jane B. par Agnès V., Cinévardaphoto o Los espigadores están consideradas por la crítica pequeñas obras maestras del género.