En el octavo capítulo de su serie basada en la “Traumnovelle” (relato soñado) de Arthur Schnitzler, diferentes materiales y sustancias (rosetones, cristales, gotas de agua, terciopelo, cuero) revelan sus propiedades a un "ojo de cámara" táctil. En una coreografía de colores -el azul nocturno y el dorado son los que más se acercan a la imagen del sueño- y detalles arquitectónicos sorprendentes, los artistas entran en la arena e interpretan números clásicos de variété. Nada es lo que parece. Nada es fijo en este lugar que recuerda la variété, el circo y el teatro. Los reflejos, los conos de luz, los cristales opacos fascinan y al mismo tiempo repelen la mirada. En la alquimia de los tejidos y las sustancias, el deseo de revelar se une a la aparente superficialidad de las superficies. Con Pomp, el musical sin música, Katrina Daschner se refiere esta vez más directamente al cine y a la historia del cine, y a uno de los orígenes reprimidos de la cultura industrial del cine experimental.